miércoles, 18 de febrero de 2015

Soledad acompañada

Esa soledad vivida en compañía,
repugnante y bañada con simpatía
de aquel que cree ser compañero
tuyo,
cuando sientes el vacío de tus palabras
ignoradas,
emitidas una y otra vez por el eco
de las paredes animadas
al ver entretenimiento en tu desprecio interior.
Sabes que no hiciste bien pero
a la vez lo hiciste convencido -y eso cuenta-,
pero no  es suficiente y te odias
y sientes temor por las represalias
dejadas por tus historias.
Ahora estás solo y esperas a que se vaya
de tu alrededor
la dura brisa del tenso aire que se funde y se regodea
en su batalla interminable.
Y te sentirás mal y disfrutarás, y gritarás...
y a duras penas podrás romper
esa tensión
que ira destruyéndote, sin prisa,
posada en tus tripas, muriendo lenta,
dolorosa, hambrienta y concisa
hasta acabar contigo por dentro.
Semillas del mal sentir,
romperán con sus raíces
el helecho seco que llena
de odio a todos los vértices
de la humanidad.
Y estarás tan aislado
que a ti no se unira
ni la soledad.

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