sábado, 14 de febrero de 2015

Retrato.

Tu ondulada corona
de destiladas castañas,
pigmento de avellanas,
corteza de roble,
susurro del viento azorado
secando la húmeda pintura
por dioses audazmente elaborada:
esencia de sangre purpúrea
y lágrimas doradas
haciendo en divina armonía
cromática sinfonía;
y tú, de ella coronada y mía.

Tu rostro esculpido
por Hefesto el herrero
inspirado por la aurora,
fiel sirvienta de su esposa;
lasciva es esta en su carácter,
de voluntad, creadora,
de voluntad sometida
a su esencia seductora.
Talla, entonces, esculpe,
en marfil de níveas pieles
los perfiles que describen
la poesía cuyos versos
delimitan tu hermosura.

Tu voz es melodía
de ritmo pétreo y ondulado,
imparable y eclipsado
por tu áureo tono
de mil notas perlado:
de perlas de lluvia,
de lluvia de lágrimas
que empapan tu boca
y bañan las ondas
que escapan ociosas
de entre álgidos perfiles, marfiles,
maltratando las matáforas
y formando palabras
de inmortales matices.

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