viernes, 13 de febrero de 2015

A una bestia

                       I

Hombre, si esto se le puede llamar,
de basura por dentro está repleto,
su mal olor se nota hasta en Aneto
y su tufillo echa para atrás.

Montaña tan grande jamás habrá
como la que construye este esqueleto
de olorosas heces y de desechos,
que de fauna y flora carecerá.

Pobrecito que se cree poetilla
en hacer un poema sin medir
que leyéndolo duérmeste hasta en silla.

Que no se sabe siquiera vestir
y cuando come lo hace con desidia...
¿Será que lo encontraron por ahí

                        II

Nunca jamás se vio a un hombre tan sucio
como el que describo a continuación,
que de una mugrienta segregación
está untado tal como un huevo pútrido.

Que no se acerque nadie a este espurio
si no quieren tener putrefacción,
y aunque le abarquéis amor o afección.
hagan que se sienta como un traslúcido.

Piensen en el olor de un vertedero
y sabrán como huele este salvaje
que, con heces, se unta con esmero.

Y aunque le regalen desodorantes,
en su cuerpo no querría ponerlos
porque esto no son barbaridades.

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